Nuestra Comunidad
“En ustedes prometí algo grande al mundo”.
Padre José Kentenich
Identidad
Las Hermanas de María de Schoenstatt somos un Instituto Secular de mujeres consagradas que formamos parte de la Iglesia Católica.

El Padre José Kentenich fundó nuestra comunidad en 1926, en Alemania, para ser presencia viva de María que transforma el mundo. Como Ella, queremos vivir, trabajar y servir a las personas en íntima unión con Cristo.
A través de la educación de la mujer y de la familia en más de 30 países, aspiramos a ser alma de la Obra de Schoenstatt.
¡Inmaculada, si fuéramos como tú!
Padre José Kentenich

En María Inmaculada resplandece lo auténticamente humano ennoblecido por la gracia de Dios.
A Ella nos consagramos, y le pedimos que nos eduque según su imagen para que, aun en nuestra debilidad, muchas personas puedan descubrir
en nuestro hablar, la claridad de su pensar;
en nuestras manos, el desinterés de su servicio;
en nuestras decisiones, la libertad de su conciencia;
en nuestro corazón, la calidez de su amor.
Nuestro camino
Ya en Schoenstatt, las jóvenes se encuentran con candidatas de otros países para aprender alemán y dar sus primeros pasos en la vida comunitaria.
Al inicio de este tiempo de formación las novicias reciben el “vestido de María” y un nuevo nombre elegido por ellas.
El grupo de novicias se consolida como comunidad y sella la Alianza de Amor con María. A lo largo de dos años, las novicias descubren qué incluye el ser, la vida y la misión de una Hermana de María.
Tres años después de la primera Incorporación, el grupo se reúne para un tiempo de formación en el que renueva su incorporación a la comunidad por tres años.
Las jóvenes admitidas a ingresar a la comunidad viven un tiempo con las Hermanas de María de la Provincia a la que pertenece su país, para conocerlas y afianzar su decisión vocacional, antes de partir a Alemania, donde se llevará a cabo su formación.
Lentamente se introducen en un ritmo de vida comunitario, alternando tiempos de oración, estudio, tareas del hogar, apostolado y recreación.
Al finalizar el noviciado, las Hermanas son incorporadas a la comunidad por un año. Como símbolo exterior de su incorporación jurídica al Instituto reciben el prendedor con la imagen de la Madre tres veces Admirable.
Esta incorporación se renueva por dos años.
Entre tanto, las Hermanas regresan a sus Provincias de origen y se prueban en distintos campos de trabajo.
Luego de casi 10 años, las Hermanas se reúnen en un segundo tiempo de formación y sellan su incorporación definitiva al Instituto. Como símbolo de fidelidad reciben un anillo.
Nuestro camino
Las jóvenes admitidas a ingresar a la comunidad viven un tiempo con las Hermanas de María de la Provincia a la que pertenece su país, para conocerlas y afianzar su decisión vocacional, antes de partir a Alemania, donde se llevará a cabo su formación.
Ya en Schoenstatt, las jóvenes se encuentran con candidatas de otros países para aprender alemán y dar sus primeros pasos en la vida comunitaria.
Lentamente se introducen en un ritmo de vida comunitario, alternando tiempos de oración, estudio, tareas del hogar, apostolado y recreación.
Comenzado el Noviciado, se lleva a cabo la ceremonia de la Vestición, donde las novicias reciben el vestido de María y su nuevo nombre de Hermanas.
A lo largo de dos años, las novicias van descubriendo lo que incluye el ser, la vida y la misión de una Hermana de María.
Al finalizar el noviciado, las Hermanas son incorporadas a la comunidad por un año. Como símbolo exterior de su incorporación jurídica al Instituto reciben el prendedor con la imagen de la Madre tres veces Admirable.
Esta incorporación se renueva por dos años.
Entre tanto, las Hermanas regresan a sus Provincias de origen y se prueban en distintos campos de trabajo.
Tres años después de la primera Incorporación, el grupo se reúne para un tiempo de formación en el que renueva su incorporación a la comunidad por tres años.
Luego de casi 10 años, las Hermanas se reúnen en un segundo tiempo de formación y sellan su incorporación definitiva al Instituto. Como símbolo de fidelidad reciben un anillo.
Nuestra comunidad internacional en números:

Presencia en los
5 continentes
más de
1600 hermanas
Somos familia
“Cuidar unos de otros es la vocación más importante de una comunidad”.
Papa Francisco
Nuestra vida comunitaria
Ser familia es parte esencial de nuestra misión.
Normalmente vivimos en comunidad. Rezamos, trabajamos y nos alegramos juntas. Este espíritu de familia lo vivimos todas, aún aquellas que, por su profesión, viven solas en medio de la ciudad.
La comunidad es don y tarea permanente: el aporte original de cada una hace posible la atmósfera de alegría y benevolencia mutua que regala fortaleza y hogar.

Comunidades de curso
Cuando somos admitidas a la comunidad, para iniciar nuestra formación, es necesario que se forme un grupo. Juntas recorreremos el camino de nuestra vocación

Los cursos se caracterizan por:

Un ideal común
Entre todas, elegimos un rasgo de María que queremos encarnar de manera especial. Éste será la fuerza que oriente nuestra vida y aspiración.

Crecer juntas
Hasta el fin de la vida, el curso es la pequeña familia en la que compartimos momentos sencillos y trascendentes, aún cuando no vivamos siempre juntas.

Cobijar, educar, decidir
En la comunidad de curso nos sabemos y sentimos unidas más allá de la distancia. Mutuamente nos alentamos a aspirar juntas a la santidad.

Unidad en la diversidad
Las diferentes culturas y naciones, las distintas personalidades, enriquecen la vida comunitaria y nos desafían a abrir el corazón y la mente para gestar una comunidad animada por el amor.
Testimonios
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Hacia la santidad
Hna. M. Emilie
La Hna. M. Emilie Engel (1893-1955) es una de las mujeres que, junto al Padre José Kentenich, fundó nuestra comunidad en 1926. Ella es un fruto maduro de la espiritualidad de Schoenstatt.
Su fama de santidad hizo posible que el 12 de octubre de 1999 se abriera su proceso de beatificación. El 10 de mayo de 2012, el Papa Benedicto XVI reconoció las virtudes heroicas de su vida y le otorgó el título de “venerable Sierva de Dios”. Actualmente rezamos para que por su intercesión Dios obre un milagro, y así sea beatificada.


Nuestro camino
Ya en Schoenstatt, las jóvenes se encuentran con candidatas de otros países para aprender alemán y dar sus primeros pasos en la vida comunitaria.
Al inicio de este tiempo de formación las novicias reciben el “vestido de María” y un nuevo nombre elegido por ellas.
El grupo de novicias se consolida como comunidad y sella la Alianza de Amor con María. A lo largo de dos años, las novicias descubren qué incluye el ser, la vida y la misión de una Hermana de María.
Tres años después de la primera Incorporación, el grupo se reúne para un tiempo de formación en el que renueva su incorporación a la comunidad por tres años.
Las jóvenes admitidas a ingresar a la comunidad viven un tiempo con las Hermanas de María de la Provincia a la que pertenece su país, para conocerlas y afianzar su decisión vocacional, antes de partir a Alemania, donde se llevará a cabo su formación.
Lentamente se introducen en un ritmo de vida comunitario, alternando tiempos de oración, estudio, tareas del hogar, apostolado y recreación.
Al finalizar el noviciado, las Hermanas son incorporadas a la comunidad por un año. Como símbolo exterior de su incorporación jurídica al Instituto reciben el prendedor con la imagen de la Madre tres veces Admirable.
Esta incorporación se renueva por dos años.
Entre tanto, las Hermanas regresan a sus Provincias de origen y se prueban en distintos campos de trabajo.
Luego de casi 10 años, las Hermanas se reúnen en un segundo tiempo de formación y sellan su incorporación definitiva al Instituto. Como símbolo de fidelidad reciben un anillo.